Partiendo de eventos verdaderos, en 1961, durante el auge de la Guerra Fría, al general naval ruso Alexi Vostrikov (Harrison Ford), le dan el mando del primer submarino nuclear de la Unión Soviética, el K-19, con la ayuda del oficial ejecutivo Mikhail Polenin (Liam Neeson). Cuando el submarino está a punto de salir a su primera misión, y según la tradición naval, intentan romper una botella de champán en el casco, pero no se rompe, y se toma como un mal presagio. Después se dirigen hacia una zona en el Atlántico, cerca de la ciudad de Nueva York y Washinton, pero, cuando están en camino hacia Moscú para recibir la segunda parte de su misión, una tubería derrama un refrigerante crucial para el reactor atómico, el cual explotará si llega a los 1000° centígrados.
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