Mete Crítica | ¡Feliz cumpleaños Kurt Cobain! Feliz cumpleaños en tono documental

Poco tiempo fue el que estuvo entre nosotros, pero le bastó para convertirse en la voz y el alma de una generación, encabezando la que debe ser considerada como la última gran revolución musical como se entendían en el siglo XX, previa a la tan traída, llevada y vigente globalización. Fue en el momento justo que Kurt Cobain decidió tomar su guitarra y hacerla sonar lo “peor” que pudo y tan fuerte, que sincronizó la voz resentida y algo decepcionada de muchos de los que en aquella ocasión le escuchamos junto al resto de los integrantes de Nirvana, empujando hasta el cielo lo que sería conocido como el grunge. Tras de una lamentable y violenta forma de despedirse de este mundo y unirse al tristemente célebre “Club de los 27”, integrado por otras leyendas musicales como Jimmy Hendrix y Jannis Joplin, hubo diversos intentos de retratar su vida en la pantalla grande, pero por una u otra razón -como no estar avalados por Courtney Love, la viuda del artista y por lo mismo no poder utilizar su música- sólo daban revisiones sesgadas, que aún así eran muy apreciadas por los fans.

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Uno de los documentales más interesantes fue Kurt Cobain About a Son - 74%, que retomó grabaciones de entrevistas con Kurt Cobain realizadas por Michael Azerrad, para dimensionar su figura apostando por una acertada, aunque algo forzada -debido a las circunstancias ya mencionadas- sugerencia y evocación. Sobre todo destaca la forma en que intenta recrear el ambiente en que él creció y las influencias que trastocaron su andar creativo, previo a su llegada al escenario mundial. Pero el que sin duda se convirtió en el testimonio más completo es Kurt Cobain: Montage of Heck - 98%, de hace apenas tres años.

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Y es que ya contando con prácticamente todo el material relacionado y mezclando diversas técnicas -recurriendo incluso a la animación-, el director Brett Morgen dio una visión clara -aunque algo tardía-, tanto de la vida del perpetrador de canciones que se convirtieron en himnos, como “Smells like teen spirit”, incluyendo episodios en los que se asomaba el lado inquietante y hasta retorcido de su mente. Claro, está también Kurt y Courtney (1998), producción de Nick Broomfield que apostó mucho más por el morbo, enfocándose en teorías con respecto a aquella fatal noche que terminó con su existencia y el papel que jugó Courtney Love en la tragedia.

Es cierto, en el caso de Kurt Cobain, quien en estos días que cumpliría 51 años, es difícil recordarle sin pensar en cómo murió, pero definitivamente vale más la pena enfocarse en lo que significó su deambular dentro del ámbito musical y el valor de sus composiciones, y tal vez recordarle como en aquella foto, en donde se le ve jugando con un pequeño felino, aún con cierta ilusión. Una prueba del cariño que sentía por la animales -sobre todo los gatos-, según se cuenta en el libro Everybody Loves Our Town: An Oral History of Grunge (2011), escrito por el periodista Mark Yarm; en lo personal de mis afiches favoritos y de muchos de quienes crecimos en la década de los años 90.

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