¿Alguna vez imaginaron un crossover entre Star Wars: Episodio IV - Una Nueva Esperanza - 93%, Harry Potter, James Bond, Furia de Titanes - 28%, Rambo, El Padrino - 100% y Día de la Independencia - 60%, escrito y dirigido por Michael Bay? Afortunadamente no existe tal cosa, pero hay algo parecido: crossovers de superhéroes. Empezando porque cada película plantea un universo totalmente diferente al otro, es difícil que encajen bien y sin sentirse forzado. Estamos ante una realidad donde existen los dioses mitológicos, que resultan ser extraterrestres super poderosos realmente; super soldados de la segunda guerra mundial; científicos con una inteligencia capaz de crear inteligencias artificiales y armaduras más poderosas que todo el ejército de los Estados Unidos; y un largo etcétera.
Imaginemos que hacemos el crossover donde Nick Fury reúne a Perseo de Furia de Titanes, a James Bond, Han Solo, Hermione de Harry Potter y John Rambo con su arco y flechas para enfrentar en Nueva York a los aliens de Día de la Independencia, a quienes Michael Corleone (recuerden que Michael Bay escribirá el guión y reinventará al personaje) trae a través de un portal, con un cetro mágico que le dio Hades.
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Ok, fui demasiado lejos (Joss Whedon no es Michael Bay), pero es un ejemplo muy exagerado para que sea más clara la dificultad de meter personajes de universos totalmente diferentes y hacer que funcionen. ¿Podría funcionar? Si estás dispuesto a aceptar que John Rambo esquive los rayos láser y sobreviva con su arco y flechas mientras Hermione está muy ocupada usando magia efectiva contra los invasores, y James Bond los mata a balazos no tendrás ningún problema (is ini pilículi di supirhiriis, ni mimis).
Sin embargo, la gran cantidad de crossovers que existen en el mundo de los cómics demuestran que estos revoltijos funcionan después de todo… si se hacen bien. Sin duda es una tarea complicada y titánica, y cuando se trata de superproducciones de Hollywood los riesgos son grandes, y los ejemplos que tenemos son la prueba de que el cine ha fallado en esta tarea: Los Vengadores - 92%, Avengers: Era de Ultrón - 75%, Batman vs Superman: El Origen de la Justicia - 27% y muy pronto veremos siThe Defenders - 74% también fracasa en este sentido.
Legiones de creadores para multitudes de superhéroes
El problema inicial es que para cada película hay un ejército de creadores, productores, ejecutivos, directores y editores que trabajan para conseguir una película homogénea. En virtud, más cabezas deberían llegar a mejores resultados (la historia de la narrativa lo comprueba); sin embargo, las motivaciones para crear difieren considerablemente entre cada involucrado: hay artistas, estadistas, financieros, inversionistas, franquiciantes, especialistas en entretenimiento, etcétera. Un ardid multidisciplinario donde colisionan, y ya no para bien, los intereses antes que las pulsiones creadoras.
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Esta homogeneidad, cuando por fin se logra, se diluye en películas corales donde la acción, las referencias o la construcción de un discurso de chantaje emocional al estilo publicitario son privilegiados por encima de la consistencia narrativa de cada personaje y sus historias, delegando a los combates grupales todo el carisma sin otra expectativa que los efectos especiales. De ahí que los villanos suelan ser tan desabridos y carentes de personalidad que tonifiquen las confrontaciones: todos los involucrados, finalmente, son asediados por los provechos comerciales antes que por la efectividad narrativa.
Veámoslo con claridad. Iron Man - El Hombre de Hierro - 93%, la primera película del Universo Cinematográfico de Marvel, tuvo cuatro guionistas; Hulk: El Hombre Increíble - 67% a Zak Penn ; Iron Man 2 - 72% a Justin Theroux ; Capitán América: El primer vengador - 79% a Christopher Markus y Stephen McFeely ; Thor - 77% tuvo tres guionistas. Las primeras dos cintas de Iron Man fueron dirigidas por Jon Favreau; Hulk: El Hombre Increíble por Louis Leterrier; Capitán América: El primer vengador por Joe Johnston y Thor por Kenneth Branagh. Cada director tiene una visión diferente a la hora de plasmar en pantalla las historias de estos superhéroes, y todas pueden funcionar o no funcionar dentro de sus largometrajes, pero el problema surge al meter a todos esos personajes en el primer gran crossover de Marvel, escrito y dirigido por Joss Whedon, Los Vengadores - 92%.
Por un lado, Kenneth Branagh dio a Thor una seriedad y aire shakesperiano (al menos en la parte de Asgard), y dio a un villano con matices, algo ausente en la gran mayoría de las cintas del UCM: Loki, interpretado por Tom Hiddleston. Sin embargo, en Los Vengadores se volvió en una mera caricatura, un villano malvado que quiere que los humanos se arrodillen ante él y también quiere invadir la Tierra con un ejército extraterrestre.
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Whedon es especialista en soportar producciones de estos vuelos con narrativas coherentes, pero blandas, llanas y con personajes no esenciales, sino intercambiables. Su especialidad no es narrar, sino filmar. He ahí el problema de las historias: se vuelven películas modulares donde los héroes son prescindibles, no indispensables para lo que acontezca en la trama. Y al tratar de meter personajes de universos completamente diferentes, la visión particular de cada director se va al diablo, lo mismo que la relevancia del personaje. Entre El Hombre de Acero - 55% y Batman vs Superman: El Origen de la Justicia al menos encontramos un honesto conflicto que suscita la unión del agua y el aceite a través de la rivalidad, el enfrentamiento y el descubrimiento de uno mismo en el otro, aunque la ejecución de Zack Snyder sea terrible; pero la horrorosa Escuadrón Suicida - 25% se aparta de esa visión y, según Screen Rant, incluso Geoff Johns, el Jefe Creativo de DC Comics, va a cambiar el rumbo oscuro que dio Snyder al Universo Extendido de DC (aunque eso, nuevamente, nunca fue el problema, sino, de nuevo, el cómo se relata).
Mientras más industrial y comercial se vuelve la toma de decisiones creativas (lo mismo de director, guionista, productor, editor o ejecutivos), menos consistente el resultado, menos trascendente la historia y sus personajes, lo que los obliga a intercambiar a los orquestadores e imaginadores con la excusa empresarial de la variedad como garantía de éxito en la taquilla. La conclusión es una cadena de anécdotas bien platicadas con ejemplares secuencias de acción y caracterizaciones exitosas en juguetes y videojuegos. Ni cómo empatar la agenda de tantos creadores y ejecutivos intentando contar una misma historia desde distintos ángulos pero con la consigna unilateral de una cronología lineal.
Un diálogo, una acción, para cada personaje
Todos los personajes tienen su pasado, sus habilidades y pueden enfrentar a distintos enemigos. Cada héroe debe enfrentar a su némesis o rival en términos concretos. A estas nuevas súper producciones se les ha olvidado este detallazo.
En los crossovers actuales, todos parecen hacer lo mismo. Todos pegan súper puñetazos, todos lanzan cosas con buena puntería, todos saben algún tipo de arte marcial y mínimo tres tipos de reggae impresionista. Los artilugios son pan de cada héroe, sobre todo en términos de tecnología y humor. Las guerras se ganan en un solo frente, todo aglutinado, con la única finalidad de tener a todos los héroes peleando codo a codo contra males que no pueden ser vencidos por uno solo.
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En Los Vengadores todos pelean contra los mismos personajes, todos le pegan a lo mismo, no hay algo definido a lo cual enfrentar. Todos tumban a los mismos extraterrestres y parecen tener la capacidad de vencer a un centenar por sí solos incluso si sólo usan pistolas de bajo calibre, toques o arco y flechas. ¿Dónde quedó el clásico “Métete con uno de tu tamaño”?
Tener un enemigo a la medida también significa tener un papel a la medida. El rol de cada uno debería de llevarlo por sendas diferentes para conseguir el mismo fin. Aquí todos parecen figurar en los mismos términos. Al final, terminan repartiendo tortazos en el mismo frente de batalla. Un error en cualquier guerra.
El humor, en consecuencia, es siempre el mismo: ironía (la mejor de las veces) y sarcasmo (los casos más lamentables) que se intercambian entre listillos, patiños e inocentes sin remedio.
Misión vs acción, escuadrón de guerra vs equipo deportivo
Para que funcione una película coral (como es Los Vengadores), hay que analizar cómo funcionan este tipo de cintas. Usaremos ejemplos populares: Star Wars y El Señor de los Anillos.
En ambas sagas hay varios personajes. No necesitaron ser presentados en una película individual para conquistar al público, pues a veces es mejor que conozcamos a un personaje sin que se nos haya contado toda su historia en un largometraje. ¿Por qué, además, funcionan estos grupos de héroes mejor que aquellos que gozan de un pasado reconocido y poderoso?
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La respuesta es simple. Dentro de cada película, cada quien cumple una misión diferente, acorde a sus capacidades, necesidades, motivaciones y éticas disímiles entre sí. Incluso en estas diferencias, los personajes son coherentes, no son sólo un grupo de héroes en los que metes con calzador a dos humanos indefensos (sin armadura, ni siquiera un antifaz) a pelear al lado de un dios (extraterrestre superpoderoso), un hombre verde gigante con fuerza descomunal y un humano con una armadura sólo para complacer a los fans que deseaban con todo su ser ver el crossover. Al menos en Batman vs Superman la introducción de Mujer Maravilla fue una sorpresa y conquistó a la mayoría con algunos minutos en pantalla, sin necesidad de haber aparecido en una historia individual de origen o con un conflicto específico.
La misión que cumple cada uno dentro de las sagas previamente mencionadas son claras. Han Solo es un mercenario y su trabajo es llevar de contrabando a las personas que lo contrataron mientras huye de un mafioso al que le debe dinero y, de paso, recolecta el dinero para pagarle. Luke Skywalker debe convertirse en jedi para combatir al Emperador y Darth Vader desde la trinchera de la Fuerza. Leia es la líder que debe comandar una rebelión y crear estrategias efectivas para derrocar la opresión del Imperio Galáctico. Las partes definitivas en las que trabajan en equipo, suelen estar separados, cada uno lidiando con el enemigo que puede (y debe) enfrentar. Lo mismo en El Señor de los Anillos: Gandalf reúne a los reinos y funge como pastor y profeta, Aragorn prueba ser el rey que necesitan para enfrentar al mal, Légolas y Gimli lo protegen y combaten codo a codo para inspirar al heroísmo conjunto, Merry y Pippin que la valentía puede cambiar el curso de Rohan y Gondor desde sus entrañas y Frodo busca destruir el anillo, mientras Sam lo cuida y protege del mal que lo consume. Son escuadrones de guerra que van a cambiar al mundo desde distintas trincheras, como también lo vimos recientemente en Dunkerque - 92%.
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Sin embargo, los crossovers de superhéroes pecan todos de lo mismo. Sus misiones los llevan a lidiar con lo mismo en los mismos términos: acción pura y dura. Todos destruyen lo mismo en el mismo lugar. Los enemigos son tan idiotas o tan simples, que sólo tienen un frente de batalla reconocible. Por lo visto, conquistar al mundo es algo que se puede hacer desde una sola posición. Lucen como un equipo de futbol americano o de hockey. Parecen más una falange que héroes inteligentes y confabulados. Se olvidan, los guionistas, que esa historia se ha contado en Corea, Grecia, Japón, México, Rusia, Alemania, Inglaterra y Francia en distintas épocas: un grupo de guerreros disminuido enfrenta valientemente a una horda descomunal. Sin embargo, siempre logran frenar, nunca salen vivos. Es una tragedia inevitable, encomiable, única. Los Avengers ya llevan dos sin bajas; por lo menos DC se despachó a Superman. Así son las cosas. Las películas de superhéroes, señores, no son cuentos de hadas.
Probablemente si a partir de ahora los crossovers comienzan a retomar la lógica de Star Wars o El Señor de los Anillos, por poner dos casos exitosos y consistentes narrativamente, las cosas vayan diferentes. Lo que acontece ahora, es lamentable.
The Defenders es otro caso de crossover que podría fallar, las primeras críticas (incluso las más positivas) señalan que la historia falla, y es la acción y la interacción de los personajes lo que la salva o la hace atractiva para los fanáticos. ¿Tiene solución? Sí, la solución es que no se hagan películas para complacer a los fans ávidos de crossovers, donde no sea necesario meter con calzador a personajes que no encajan en una batalla cósmica. Lo más sano, es dejar que cada quien libre su propia guerra, que viva su viaje del héroe, sin necesidad de atender a lo que otros andan haciendo por los cielos u otros planetas.
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