Después del terrible fallecimiento de su pequeña hija debido a un conductor en estado de ebriedad que simplemente intentó darse a la fuga, Freddy Gale (Jack Nicholson) ha vivido con un creciente odio en su interior y con la idea de cobrar venganza. Es por eso que ha esperado ansioso los últimos seis años, tiempo que John Booth (David Morse), culpable del accidente, fue condenado a pasar tras las rejas. Cuando Booth es liberado, Gale lo visita para darle una fatídica sentencia: dentro de una semana, el mismo Freddy pondrá fin a la vida del asesino. A pesar de que Booth lamenta profundamente la muerte de la hija de Gale, la obsesión del desolado padre sólo se vuelve mayor.
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