Este año, una de las películas más impactantes dentro del género de terror corporal es La Sustancia - 88%, dirigida por la cineasta francesa Coralie Fargeat. La producción es fuente tanto de admiración como de repulsión en la audiencia y la crítica, gracias a sus explícitas escenas y una historia que toca fibras sensibles de la cultura contemporánea.
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Las interpretaciones de Demi Moore y Margaret Qualley en esta oscura fábula visualmente perturbadora fueron muy aplaudidas, presentando una narrativa incisiva que explora la lucha contra el envejecimiento en la era del culto a la juventud y a la imagen idealizada.
La trágica vida de Elizabeth Sparkle
El personaje de Demi Moore, Elizabeth Sparkle, es una estrella de cine caída en desgracia que, tras décadas de éxito, es forzada a abandonar su puesto como presentadora en un viejo programa de ejercicios. Este suceso resulta devastador para ella, quien ha construido toda su identidad en torno a su apariencia y juventud. Esta premisa es una clara crítica a la manera en que la sociedad, especialmente los medios, impone limitaciones a la relevancia de las mujeres mayores y, en cambio, glorifica la juventud como símbolo de valor y éxito.
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En medio de una crisis, Elizabeth decide probar suerte con una droga en el mercado negro conocida como "la Sustancia", la cual promete restaurar la juventud perdida. Elizabeth, vulnerable ante su situación, se somete a sus efectos sin medir las consecuencias. La transformación es inmediata y brutal: su cuerpo se parte y de él emerge una versión más joven y atractiva de sí misma, personificada por Margaret Qualley.
Prohibido envejecer
Esta producción va más allá del body horror tradicional y se convierte en una tragedia sobre la falta de amor propio. La historia de Elizabeth Sparkle no solo se centra en la pérdida de su apariencia, sino también en la crisis emocional que surge cuando una persona no se acepta a sí misma y no encuentra valor más allá de su imagen. La película lanza una crítica a la obsesión social por la juventud y cuestiona los efectos destructivos de no permitirse envejecer de manera natural y en paz.
La trama presenta un dilema que muchos pueden comprender: la lucha interna entre la apariencia y la autoestima, entre la presión de encajar en un molde y la necesidad de autovalorarse, aspectos que afectan no solo a estrellas de Hollywood, sino a cualquiera que busque aceptación en un mundo que idolatra la apariencia física.
Obsesión con la juventud y la vergüenza de hacerse mayor
En un mundo donde la juventud y la belleza son exaltadas, el aumento de las cirugías estéticas se ha vuelto una tendencia en constante ascenso, especialmente en América Latina, una región que ha visto un notable auge en la demanda de procedimientos cosméticos. Esta inclinación no solo refleja una búsqueda de perfección física, sino también un miedo profundo a la vejez y al rechazo social que puede acompañarla.
Según la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética, los países de esta región como Brasil, México, Argentina y Colombia encabezan la lista en cuanto a intervenciones estéticas, tanto quirúrgicas como no quirúrgicas. Este crecimiento se debe, en gran medida, a los ideales de belleza que priorizan la juventud, impulsados por redes sociales y su influencia en la autopercepción.
El 86% de los consumidores de estos tratamientos son mujeres, quienes buscan mantener una apariencia juvenil y acorde con estándares sociales. Más allá de cirugías tradicionales, hoy se prefieren tratamientos "mínimamente invasivos", que ofrecen resultados temporales y utilizan materiales de base natural. Esta tendencia no solo muestra una inclinación por la estética rápida y accesible, sino también el temor a los signos de envejecimiento.
El uso de filtros en redes sociales y la distorsión que provocan en la imagen corporal alimentan esta presión hacia una juventud idealizada. A través de su narrativa, Elizabeth Sparkle deja entrever cómo la cultura popular promueve estándares inalcanzables de belleza, perpetuando una batalla sin fin contra el tiempo que afecta no solo a celebridades, sino también a quienes viven bajo la influencia de estos ideales y donde el ciclo del envejecimiento se percibe como una pérdida de valor y un motivo de vergüenza.
Con información de DW y Dimsum Daily.
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