Es un fenómeno común que un tipo de arte o entretenimiento popular sea rechazado en los círculos de la alta cultura; en la Edad Media y el Renacimiento la pintura, la escultura y sus derivados eran consideradas “artes mecánicas” en contraposición con las “artes liberales”, pero unos siglos después, cuando la pintura y la escultura ya habían sido endiosadas, llegó la fotografía y entonces los pintores y escultores, antes rechazados como meros artesanos, se resistían a aceptar que una imagen producida por una máquina fuera “arte”. Con la llegada del cine ocurrió lo mismo, algunos intelectuales se negaban a aceptar que el cine fuera realmente arte, y lo consideraban inferior a la literatura.
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El siglo XX también vio la proliferación de un nuevo tipo de entretenimiento popular: el cómic, en el cual surgieron los superhéroes como Superman, Batman, Mujer Maravilla, Los Cuatro Fantásticos, Spider-Man, etc. Las historietas también fueron menospreciadas por las élites culturales mientras que el gran público las amaba porque eran baratas, accesibles y de fácil entendimiento, pero décadas más tarde la televisión fue acaparando la atención de la gente y los cómics dejaron de ser tan masivos como en sus mejores tiempos.
Gran parte de la generación que creció en la última década del siglo XX y en los primeros años del siglo XXI, especialmente si nos referimos a México y otros países de Latinoamérica, no creció leyendo cómics, la televisión fue el lugar donde conoció a los superhéroes de Marvel y DC Comics; series animadas como las de X-Men, Batman, Spider-Man, Superman, La Liga de la Justicia y otras inyectaron la pasión por los encapuchados.
Actualmente con Internet es mucho más fácil tener acceso a cómics y eso ha aumentado los lectores que, por un largo periodo, no pudieron acceder a esas historias porque no tenían suficiente dinero para adquirirlas o porque era muy difícil encontrarlas. Sin embargo, el acceso a los cómics que ha dado Internet también ha hecho proliferar un tipo de fanboy tóxico: el que se siente superior por haber leído las versiones impresas de los superhéroes.
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La necesidad de destacar y de sentirse superior a los demás es algo tan viejo que se remonta a las castas sacerdotales de la antigüedad y llega hasta nuestros días en la forma de hipsters y todo tipo de modas “únicas y especiales”. No es exagerado decir que hoy gran parte de los intelectuales sigue dando prioridad a la literatura y las artes plásticas y las consideran expresiones superiores del intelecto humano, mientras que los cómics siguen siendo considerados una forma de entretenimiento menor, pero cada vez es más común encontrarse en Internet con personas que apelan a su conocimiento en cómics para dar un aire de superioridad a sus juicios respecto a las diversas adaptaciones de estos en el cine y la TV.
¿Qué tienen de especial estos lectores de cómics? Realmente nada, son como aquellos que critican (o defienden) las adaptaciones de los libros al cine porque ellos leyeron la obra original y de esa manera se sienten especiales, por encima de las masas ignorantes, así son los lectores de historietas cuando aseguran que “a los verdaderos conocedores de cómics no les puede gustar [insertar título de película de superhéroes]”, “Los que sí saben de cómics consideran que [X actor] es la mejor versión que hay de [X personaje]” o “[X película] [solo te puede gustar / le vas a entender] si has leído los cómics.”
Si se pudiera llevar a cabo una encuesta muy grande tal vez nos sorprenderíamos al descubrir que la gran mayoría de los fanáticos del cine de superhéroes actual no está compuesta por lectores de historietas, sino por personas que gustan de ir a pasar un buen rato al cine. La trilogía de Batman de Christopher Nolan atrajo a multitudes a la salas y no necesitaron haber leído un solo cómic del Hombre Murciélago antes para disfrutar de las tres entregas.
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La cuestión es simple, una buena película debe sostenerse por sí misma, no necesitas de lecturas anteriores para poder disfrutarla y entenderla; de la misma forma, el hecho de que se aleje o se acerque al material original no la hace mejor o peor, de ese malentendido surgen los fans del Joker de Jared Leto que odian al Joker de Heath Ledger y dicen que Batman: El Caballero de La Noche - 94% ni siquiera es tan buena “porque se aleja de los cómics” (y ya están empezando a expresar opiniones similares sobre Guasón - 91%, de Todd Phillips).
Como se explicó anteriormente, este no es un fenómeno nuevo, desde hace mucho existen los frikis inadaptados que encubren sus inseguridades con su conocimiento amplio en historietas y superhéroes, pero con Internet la posibilidad de volverse un erudito en el tema está al alcance de todos pues a través de numerosos sitios se pueden conseguir en PDF todas las sagas de Marvel, DC y más compañías que se les ocurran. Lo que presenciamos con estos lectores de cómics que se sienten superiores a los demás es una especie de parodia de los intelectuales que por generaciones han despreciado a lo que entretiene a las masas (cine comercial, literatura light, cómics, videojuegos), un intento patético por destacar de las multitudes que solo resalta su falta de argumentos y de criterio a la hora de expresar una opinión.
Haber crecido viendo Batman: La Serie Animada o jugando en las maquinitas Marvel vs Capcom (cuando iba por las tortillas) pudo ser la razón por la que una persona al crecer se volvió fanática de las adaptaciones cinematográficas de Marvel o DC, no todos tenían los medios para comprar un cómic y tal vez cuando tuvieron acceso a Internet tuvieron otros intereses, pero eso no convierte a los fanáticos (no lectores de cómics) del MCU, DCEU o la franquicia que sea en “posers”, ningún lector de cómics per se es superior a los demás ni tiene un mejor criterio a la hora de juzgar una cinta, si acaso podría tener una visión más amplia para decir si la adaptación se parece o no al material de origen.
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Finalmente no podemos más que recomendar a todos estos fanboys de Marvel, DC o cualquier otra compañía que aprendan a diferenciar entre los cómics y el cine y la TV, medios diferentes que se pueden juzgar por sí mismos sin necesidad de conocer el material que adaptan. No, no es necesario haber leído mil números de Spider-Man para evaluar Spider-Man: Lejos de Casa - 82%, ni haber leído las obras de Jack Kirby te hace odiar automáticamente Avengers: Infinity War - 79% y Avengers: Endgame - 95%, ni la trilogía de Batman de Nolan es menos buena por desapegarse en algunos aspectos de la versión impresa.
PD. El autor de este texto no niega que hay personas cultas e inteligentes que son fanáticas de los cómics, pero ese tipo de personas no son las que defienden y atacan al cine y la TV porque se sienten especiales al haber leído historietas. Solamente el título de este artículo fue inspirado por “Contra la arrogancia de los que leen” del periodista y escritor Cristian Vázquez.
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