El domingo se celebró la edición de Nueva York de la ceremonia de los Premios del Gremio de Escritores (Writers Guild Awards). Esta ceremonia sobresalió porque John Waters, famoso director de películas denostadas en múltiples ocasiones por cierta crítica, recibió dos ovaciones de pie por su legado, basado en combatir a los censores del cine y hacerlo solo, como un cineasta independiente en Baltimore, desde la década de 1970. Waters confesó ante la multitud que él siempre se ha considerado, antes que nada, un escritor.
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El cineasta confesó durante la gala:
Cada día de la semana me levanto a las seis de la mañana y entro en mi estudio para escribir y pienso en algo jodido. Por la tarde voy a tratar de venderlo. ¿No es eso lo que hacen todos los escritores? Escribir es la única parte de hacer películas que realmente disfruto.
Waters también admitió que por mucho tiempo tuvo miedo del gremio. Dijo haber pensado que un día sería llevado de uno de sus sets y "encerrado en una cárcel de escritores en un lugar como Burbank". Ahora él se considera un "miembro militante", y como tal dio algunas sugerencias como:
Dejen de permitir a estas estrellas de cine improvisar. Ustedes saben a quiénes me refiero. Yo digo: di tus putas líneas como están escritas o únete al sindicato de guionistas.
La sugerencia que obtuvo el mayor apoyo del público fue que se castigara con sanciones financieras a los ejecutivos de marketing que insisten en añadir narración en voz en off a una película después de malas proyecciones de prueba.
David Simon , creador de The Wire, alabó a Waters como un héroe que se enfrentó al censor estatal de Maryland en sus primeras películas como Pink Flamingos, Female Trouble y Polyester.
"Sería difícil encontrar un mayor y más influyente enemigo de 'normal' que John Waters", dijo Simon.
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