En el cine abundan las historias, pero últimamente encontramos un patrón entre aquellas que no han pasado desapercibidas por el público en tiempos recientes. Las comedias oscuras o sátiras que exploran ciertos detalles pertenecientes a las clases altas están recibiendo mucha atención, quizás porque son la manera más entretenida para presenciar una denuncia sobre las diferencias entre clases socioeconómicas. Aunque no todas adquieren el mismo ángulo para acercarse a esto, Parásitos - 100% sentó un precedente, como una obra maestra moderna que prácticamente llevó el término “Eat the rich” a estar en boca de todos, tal vez más que en algún otro momento.
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Aunque tampoco tratan de comida, la tendencia de burlarse de los ricos siguió con títulos como Glass Onion: un misterio de Knives Out - 93% o El triángulo de la tristeza - 70%, donde más que la hipocresía, son la crueldad y la falta de sensibilidad en la clase alta los objetivos de estos relatos. Pero ese es un tema, y otro que, aunque pertenece a esta rama, se centra en el lado oscuro del hambre, como una exploración del ego vinculado con la alta cocina; la comida de los ricos. El Menú - 85% generó mucha conversación cuando llegó a los cines y después de haber aterrizado en HBO Max. Su elenco no es para menos: Ralph Fiennes, Anya Taylor-Joy, Hong Chau, Nicholas Hoult y John Leguizamo, algunos en el papel de clientes y otros de cocineros. No falta el perseguidor de influencias y obsesionado con Instagram, Tyler (Hoult), que se encuentra entre los peores clientes, pero solo comprendemos la profundidad de su depravación cuando nos enteramos de que sabía que todos en el restaurante iban a morir, y todavía tuvo la osadía de llevar a una escort como su cita.
Su crueldad al enviar a un extraño a la muerte lo convierte en un asesino tan grande como Julian Slowik (Ralph Fiennes), el chef que maneja un restaurante de alta cocina ubicado en un lugar remoto donde parece tener todo bajo control. Este hombre de mirada fría e hipnótica es el ídolo de Tyler, quien está encantado con presenciar el espectáculo gastronómico. Los comensales representan el tipo de gente que puede estar en la mesa de al lado en cualquier restaurante de precios exorbitantes y galardonado menú. Del tipo de sitio por el que pagas miles y debes reservar con meses de anticipación; del tipo de lugar al que más que por la comida se va también por el ego. Anya Taylor-Joy interpreta a Margot, su acompañante remunerada, más audaz que él ya que se da cuenta de que hay algo raro en todo y siente disgusto hacia todas las reverencias que Tyler hace al chef, así como el menú en sí.
En El Menú - 85%, el chef Slowik es un psicópata que lidera un “ejército” de cocineros dispuestos a llevar a cabo su sangrienta visión sobre la moral, enfocándose en la estructura única de su menú, donde invita (u obliga) a los personajes a ser parte de una evaluación que saca lo peor de sí mismos, sin saber que cada presentación es parte de su manipulación, o mejor dicho venganza hacia diversos temas como el mal gusto, las críticas y la desigualdad social. Por eso es que cada personaje ve todo de una forma opuesta, ya que como él lo dice: el mundo está dividido entre “los que dan y los que toman”. Así, no necesitamos saber nada del resto de cocineros, sino concentrarnos en un servicio frenético sobre la corrosividad del hambre (sea esta de poder, relevancia, dinero, etc.) con chasquidos perturbadores y cómo ese hombre no siempre fue un monstruo, sino que lo dañó el tiempo que se esforzó en dedicarse a complacer a los ricos. Ahora que es como ellos, ha perdido eso que tanto amaba de su trabajo, y en esa noche final deja claro un mensaje: cambiar el sistema es imposible, hay que derribarlo por completo.
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Fresh - 75%, que se puede ver en Star Plus, también se mete en el negocio de alimentar a los ricos, aunque su premisa es diferente a la de El Menú - 85%. En esta película, una chica llamada Noa (Daisy Edgar-Jones) está cansada de las citas online y los hombres que encuentra, hasta que un día conoce a Steve (Sebastian Stan) en el supermercado. Un poco de coqueteo, una salida y el primer beso. La relación avanzó de manera gratificante para ella hasta que un día acepta la propuesta de una excursión romántica y se va con Steve a una cabaña fuera de la ciudad. Siempre pendiente, está su amiga Molly (Jonica T. Gibbs), con quien comparte sus planes. Noa es drogada una vez que llegan a ese lugar y Steve le cuenta que va a vender su cuerpo a caníbales. Ella no es la primera víctima, y la imagen que tenía de ese gran partido que era su novio se deshace por completo. Él se había hecho pasar por un doctor, pero en realidad es un asesino en serie que cree que es carnicero de alto nivel.
Al menos se lo cree, porque como él dice, sus clientes son “el uno por ciento del uno por ciento”, refiriéndose a gente más rica de la que podemos imaginar. Así, se gana la vida secuestrando mujeres para encerrarlas, cortarlas y empacarlas; después las vende como cualquiera haría con un pedazo de carne cualquiera. Fresh - 75% se apega más al body horror que El Menú - 85%, obviamente, y consigue asquear con escenas que en otras películas serían de lo más comunes, ya que saber de dónde viene la carne hace que ver cualquier plato provoque una sensación horrible. Más allá de su crítica a los ricos y la idea del estatus que da la comida costosa, el filme también critica a la industria de la carne y considera al canibalismo como un fetiche de las élites. Del primer tema, hay una escena en la que Steve dice a sus víctimas que no deben estresarse porque “no es bueno para la carne”. Es justamente lo que se escucharía sobre la matanza de animales y cómo la industria suele dar un argumento risible en el que supuestamente hacen lo posible para que los animales no se estresen o “sufran” en el proceso.
Del segundo tema, no es difícil imaginar que un millonario pueda tener gustos extraños y al tener el dinero pueda satisfacer sus bajos deseos. Aquí, aparecen hombres que comen mujeres específicamente, y que les gusta saber detalles sobre la carne, es decir la mujer, que están comiendo. Su curiosidad va por la información de ellas, hasta querer que les sirvan la comida con las prendas íntimas de las víctimas. Este escenario ya es monstruoso, pero también es horrible el hecho de que no les importe cuál es el precio que se le pone a la comida, sino que el hecho de poder pagarla es lo que para ellos la vuelve especial.
Un ángulo muy cercano a ese es el que toma Hunger, la película tailandesa de la que todos están hablando y que llegó hace unos días a Netflix, aunque nos regresa al mundo de la alta cocina desde el punto de vista de los cocineros. Esta producción es un thriller psicológico que a más de uno puede recordarle a Whiplash por el hecho de que presenta a un chef demasiado exigente y una aprendiz que busca ser reconocida. Comienza con Aoy (Chutimon Chuengcharoensukying) mientras trabaja en la tienda de fideos de su familia y sirve al vecindario en el que creció. Habiendo abierto el apetito por algo más, acepta una oferta para trabajar para el despiadado chef Paul (Nopachai Janayama) en su restaurante de lujo. En cada oportunidad, el chef le hace la vida imposible y cada momento que pasa es un problema para ella. Sentir que no es suficiente para el mundo culinario lleva a Aoy a reconsiderar su carrera, porque realmente se le hace difícil lidiar con un jefe perfeccionista que se muestra demasiado orgulloso hacia su trabajo.
Es el orgullo que precisamente destruye al chef Paul cuando se encuentra en la cima. En la misma línea que El Menú - 85%, Hunger (Hambre) muestra el lado excéntrico de los jefes, las ideas que desean llevar a las mesas de sus comensales y cómo se mezclan sus relaciones personales. Cada uno tiene una razón para haber terminado en el negocio culinario y una visión que los motiva en su carrera, y en esta ocasión sabemos que Paul sueña con ser admirado, con que todos tengan “hambre” de él. Pero en esta película no hay engaños: si el chef exige lo máximo de Aoy al pedirle freír la misma carne una y otra vez hasta la perfección, es porque realmente tiene la intención de pasarle sus conocimientos. En un punto admite que ella es mejor que algunos de sus cocineros, y eso que él busca rodearse de los mejores para seguir cumpliendo su motivación de ver a la élite comiendo lo que él ofrece. No obstante, el hecho de ser tan estricto y “malo” también le gana unos cuantos enemigos; sus propios cocineros le roban o intentan sabotear al chef Paul incluyendo ingredientes que podrían ocasionar estragos en la salud de sus comensales. Sin embargo, su olfato e instinto siempre lo hacen un hombre cuidadoso. Quizás no sea tan brutal como El Menú - 85% o Fresh - 75%, pero es igual de intrigante, sin caer en la violencia más gráfica, y logra capturar el horror de la comida de los ricos, así como el mundo de la cocina y sus exigencias. Para cerrar, una reflexión que proviene de Hunger y también aplica para las otras comedias oscuras: ¿es cara la comida porque es buena o es buena porque es cara?
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