El Papa, como líder espiritual de la Iglesia Católica Romana, ha sido durante mucho tiempo un tema de fascinación para cineastas y productores de televisión. A diferencia de otros líderes religiosos en el mundo, la figura del Papa representa una combinación única de poder religioso, político y cultural debido a su alcance e importancia mediática, lo que lo convierte en un tema de gran interés para explorar en la cultura popular.
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Tanto en el cine como en la televisión, la representación del Papa y la Iglesia Católica a menudo se ha caracterizado por una mezcla de sumisión y crítica. A pesar de la diversidad de representaciones, es un sobreentendido dentro y fuera de los sectores relativos a la religión que en la figura del Papa es un símbolo de poder y autoridad. Sin importar el trasfondo étnico religioso de una persona o un colectivo, el Papa se representa a menudo como una figura que impone respeto y reverencia, y sus palabras y acciones tienen peso y significado para católicos y no católicos por igual.
Quizá la muestra más clara de esto sean las cientos de cintas y miniseries basadas en los pasajes de la Biblia, entre los que se encuentran Los Diez Mandamientos - 94%, El Príncipe de Egipto - 79%, La Pasión de Cristo - 49% y desde luego la emblemática película de la religión católica en las últimas décadas Jesús de Nazareth de 1977. Más allá de la existencia de proselitismo o no lo cierto es que esos relatos bíblicos a menudo suelen ir acompañados de grandes momentos cinematográficos que marcaron época, ya sea por sus actuaciones, efectos especiales o animación.
Esto se convierte en lo más radicalmente opuesto en aquellos sectores que se oponen a todo lo que el Papa representa, justamente por esta muestra de poder autoritario y dogmático que a la vista de muchos solo busca preservar un status quo que privilegia a los miembros más altos de la cúpula religiosa.
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En este sentido, la representación del Papa en la cultura pop también puede servir como medio de crítica y comentario sobre la Iglesia Católica y su influencia en el mundo contemporáneo. Tanto el cine como la televisión han brindado una plataforma para explorar temas como la corrupción, el abuso de poder y la resistencia al cambio dentro de la Iglesia.
En los últimos años, la representación del Papa en Los medios se ha convertido en una mucho más compleja que en décadas pasadas, esto debido a que la Iglesia Católica ha enfrentado una serie de escándalos y crisis que han sido expuestos de manera explícita por medios de información y la industria de entretenimiento. El manejo de la Iglesia de temas como el abuso sexual y la corrupción son parte central de la trama de En Primera Plana - 96%, ganadora del premio de la academia mejor película.
Esto ha tenido como resultado que la representación del Papa en la industria del entretenimiento pueda adquirir nuevos alcances, reflejando nuevas políticas hacia el interior y al exterior de la Iglesia Católica. De esta manera, la figura del Papa ha continuado sirviendo como un símbolo de poder y autoridad, pero también como un medio para explorar las realidades complejas y a menudo inquietantes sobre el Vaticano y su papel en la sociedad contemporánea.
Desde representaciones del Papa hasta representaciones de sacerdotes y monjas individuales, y otros miembros prominentes de la religión católica en la cultura popular habías sido tanto positiva como negativa y, a menudo, reflejaba actitudes sociales más amplias hacia la religión y la moralidad. Pero también es cierto que en recientes años parece haber crecido la tendencia a que todo lo relativo a la institución de una religión exponga su faceta más oscura.
A este hecho se le suma el argumento de críticos y audiencia sobre la simplicidad o superficialidad de las tramas relativas a la iglesia católica, quien simplemente no había logrado capturar los matices y las complejidades de la religión y la espiritualidad. De tal manera que ambos conceptos llegaban a funcionar como deus ex máquina de una narrativa con una buena construcción, lo cual simplemente arruinaba la trama para muchos.
A medida que la sociedad se ha vuelto significativamente más diversa e inclusiva, las grietas entre la iglesia católica y la sociedad comenzaron a abrirse, suceso en el que la figura del Papa cobra especial relevancia, especialmente bajo el mandato del sumo pontífice actual. Sobre esta necesidad de la institución católica de acercarse con un nuevo enfoque a la sociedad, la cita Ángeles y Demonios - 37%, basada en la novela del mismo nombre de Dan Brown , sigue al profesor de iconología y simbología religiosa Robert Langdon mientras investiga un complot de los Illuminati para destruir la Ciudad del Vaticano con una bomba de antimateria robada. En esta historia se retrata al Vaticano explayando todo su arsenal de poder político y fáctico en el día a día de las personas.
Una de las más recientes propuestas televisivas que abordó el tema del poder de la iglesia y del papa fue sin duda, Warrior Nun - 85%. La serie sigue a una joven que resucita para convertirse en miembro de una antigua orden de monjas guerreras, encargada de luchar contra los demonios y proteger a la humanidad. Mientras la historia explora la fe, espiritualidad y poder institucional desde un punto de vista único, la figura del Papa también se ve afectada por esta óptica alejándose un tanto de las convenciones anteriormente creadas. Aunque también hay que decir que pese a problematizar magistralmente las conexiones entre religión ficción y realidad, su propuesta no logra apartarse del todo de la idealización de la Fe, como concepto dantesco de omnipotencia y salvación.
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Es probable que la tercera entrega de la icónica serie El Padrino sea una de las referencias más claras que han explorado la dinámica del poder y la familia, todo dentro del contexto de una desdibujada familia Corleone, que busca legitimar sus negocios asociándose con el Banco del Vaticano. Aunque podría afirmarse que los hechos centrales de la trama no involucran de manera directa al Papa, esta sí examina detenidamente las motivaciones y consecuencias del uso del poder institucional religioso, así como todos sus implicaciones en la política y la economía mundial.
Pero la representación más destacada sobre la figura del papa y el Vaticano en los últimos años han sido The Young Pope - 76% y The New Pope - 93%, donde el Papa es retratado como un personaje complejo que lucha por equilibrar las demandas de la fe y la política. Al igual que se le presenta como una figura comprensiva y cercana, también se centra en todos los aspectos controvertidos de su persona, particularmente cuando se desafían los puntos de vista tradicionales.
En su artículo académico Paolo Sorrentino, la cultura de la serie The Young Pope los investigadores Srećko Jurišić y Paula Jurišić argumentan que el trabajo del director y creador de la serie se basa en una profunda comprensión y apreciación de la cultura y la historia italianas, que además incorpora a su narración de manera brillante el uso de imágenes y simbolismos vívidos. El estudio también subraya el énfasis de Sorrentino en el desarrollo del protagonista que brinda a los espectadores personajes complejos y multidimensionales que reflejan las complejidades de la experiencia humana dentro de un examen filosófico que rebasa los límites de la religión.
Además, este análisis destaca la forma en que la serie se involucra en debates culturales y políticos más amplios. Así, la descripción de Sorrentino del Vaticano y la Iglesia Católica no es solo una crítica de su política interna, sino también una exploración del lugar de la Iglesia en la sociedad contemporánea. Al examinar la relación de la Iglesia con el poder, la moralidad y la tradición, The Young Pope plantea preguntas importantes sobre el papel de la religión en el mundo moderno.
En esta serie dramática de HBO en 2016, llegó a la plataforma de la mano de Paolo Sorrentino, conocido por sus películas La Gran Belleza - 91% y Youth - 73% es protagonizada por Jude Law como Lenny Belardo, el primer Papa estadounidense de la historia, que toma el nombre de Pío XIII tras su elección al papado. El personaje de Lenny es altamente complejo y su postura religiosa y política resulta ambigua y difícil de clasificar en términos simples de conservador o progresista.
A través de grandes desafíos políticos y espirituales, este Papa intenta modernizar la Iglesia Católica y al mismo tiempo preservar sus tradiciones y valores, a la par que se adentra en la lucha psicológica del personaje, que en ocasiones resulta enigmático mientras lidia con su propia identidad y fe.
La elegante cinematografía, música atmosférica y poderosas actuaciones contribuyen en mayor medida a enfrascar la historia en un halo de misticismo propio de la doctrina cristiana. Las imágenes surrealistas y de contrastes entre modernidad tradición así como de luz y oscuridad son el hilo narrativo en esta exploración de fe y poder, que además sirven como el lienzo perfecto para ir más allá con los conceptos de sexualidad y el abuso de poder dentro de la Iglesia.
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Este ferviente simbolismo de la narrativa visual refleja la estética distintiva del director, así como su afinidad por elongar los límites entre la realidad y la fantasía, se extiende a un segundo capítulo de la historia con The New Pope del 2020, que introduce a John Malkovich asumiendo el rol de sumo pontífice ante la ausencia de Pío XIII. Si bien esta secuela retoma la provocación visual de su predecesora así como sus planteamientos filosóficos. Pero también aporta un nuevo conjunto de personajes y tramas, que configuran las dinámicas interminables dentro de los muros del Vaticano.
Con la ausencia de Lenny, la cúpula de la iglesia se ve sumida en el caos a la par de que los cardenales desatan una batalla campal por el poder en medio del continuo debate de si la institución debe adaptarse al mundo moderno o no. La sucesión de poderes también es un reflejo de cómo el poder en la figura del Papa es pasado de mano en mano a través de los siglos sin que los cambios del mundo hayan podido cambiar la corrupción y los juegos de poder dentro de sus dominios.
En esta ocasión es Sir John Brannox, un inglés aristocrático quien es seleccionado como el nuevo Papa, tomando el nombre de Juan Pablo III. La interpretación de Malkovich puede describirse como la de un pícaro de ingenio calculado, hecho que es aprovechado por la trama para deslizarse hacia nuevos niveles de complejidad en medio de las intrincadas luchas de poder en el Vaticano. Esta temporada también echa un vistazo más detallado al funcionamiento interno de esta organización clerical, nuevamente mediante una impresionante cinematografía y diseño de escenarios.
En esta ocasión la historia se toma su tiempo para presentarnos de lleno a Juan Pablo III, interpretado por John Malkovich, y eso no es necesariamente algo malo. La suntuosa estética presentada por su creador logra que esta segunda parte se destaque por sí misma a pesar de tener un enlace directo con los sucesos en la etapa de Pio XIII. Otro de los aspectos que más resalta de esta temporada es que muchos de sus pasajes parecieran desarrollarse en un ambiente más ligero, acentuando así sus líneas más cómicas, que incluso pueden llegar a optar por la comedia metaficcional.
Si bien la serie se muestra insistente en querer retratar a ambos papás con personalidades y motivaciones tajantemente distintas, ambos personajes poseen una complejidad a la par que continúa propiciando una lectura en instantes ambiguas y filosófica sobre los mismos temas centrales de religión y poder. Quizá en esta entrega puedan ser más notorias las actuaciones de reparto, particularmente las de Cecile de France y Ludivine Sagnier, interpretadas por Sofia Dubois y Esther Aubry.
A finales del año pasado distintos reportes sobre las declaraciones del productor de la serie Lorenzo Mieli, señalaron un posible tercer capítulo de esta historia, que en esta ocasión se centraría en una precuela alejada del Vaticano. Sin importar si este es el caso o no, las dos partes de esta historia pueden llegar a entenderse por sí mismas, aunque la propuesta de Sorrentino bien merece un cierre por todo lo alto.
Es posible que de manera velada y recientemente sobre la imagen del Papá Francisco creada por Inteligencia artificial sea una respuesta clara a esta desconexión entre la institución Católica y la actualidad cultural. No obstante que el actual papá es considerado por muchos como un hombre progresista, la brecha para unificar la religión con la sociedad es demasiado grande, incluso muchos pueden calificarla como ya irreversible.
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