El nombre de Ishirô Honda retumba entre quienes somos fanáticos del cine por un título muy en particular: Godzilla (1954). La primera Godzilla y varias más fueron dirigidas por el nacido en la prefectura de Yamagata, Japón, Ishirō Honda. Sin embargo, en la muy amplia filmografía del nipón, se encuentra también una película con la que me encontré hace ya un par de años. La cinta, digna de esta Videoteca Tomatazos, nos aleja del cine estadounidense y del género western que en las últimas entregas tanto les he estado compartiendo.
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En una primera escena, como una amenaza espacial, observamos en pantalla a un grupo de naves que se acercan a la Tierra. Flotando –como desde el siglo pasado de nuestra realidad lo hace ya la Estación Espacial Internacional–, una base de origen japonés advierte de la amenaza que se avecina. La base desaparece, es destruida por los invasores de fuera. ¡Los títulos iniciales aparecen! Guerra de satélites (1959) de Ishirō Honda y producida por los Toho Studios, estrena en México en el Cine Metropólitan el 29 de diciembre de 1960.
Con música de Akira Ifukube, el mismo responsable del icónico tema de Godzilla, el horror de la amenaza del espacio exterior se nos contagia. En tono marcial se nos musicaliza la llegada de las naves extraterrestres a la Tierra. Un tren de la línea Tōkaidō –que se estrenaría en la década de los 60 en el Japón real–, es descarrilado tras haberse movido un puente por el que debió pasar. El desastre alerta al mundo; en Italia y en Panamá los ataques se replican. ¡Es una amenaza mundial! La ONU, creada a finales de la Segunda Guerra Mundial, vive su más importante prueba de fuego. Los líderes del mundo se reúnen en Japón.
En el planeta Tierra de la Guerra de satélites de Ishirō Honda se respira un aire de solidaridad. Mientras, en el mundo real de finales de los años 50, se vive una fuerte tensión internacional. Las dos grandes potencias, los Estados Unidos de América y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, chocan en un enfrentamiento que se le conocerá como la Guerra Fría. La carrera espacial fue uno de los muchos encontronazos que las dos potencias padecen. En 1957 y en 1958, respectivamente, los Estados Unidos y la URSS lanzaron sus primeros satélites. Guerra de satélites aprovecha el entorno y se estrena en este marco.
En la ONU de Guerra de satélites la igualdad entre las naciones es algo más a destacar. Filipinas e India son actores de la misma estatura que Estados Unidos, la URSS y Japón. Ah, sí… aunque Japón acá toma un liderazgo notable que se destaca en el hecho de que ese país es el centro de operaciones del contraataque mundial. Sí, la Tierra se prepara para la guerra espacial y manda a un grupo de astronautas para librarse de los enemigos que se resguardan en la Luna. Y sí, la película se estrena 10 años antes de la llegada a la Luna en el mundo real.
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Breve –apenas llega a los 93 minutos de duración–, Guerra de satélites atrapa la imaginación de quien le observa por sus detalles que vistos desde nuestro tiempo se aprecian de mejor manera. El cuidado en las maquetas de las ciudades de Nueva York y Tokio, son algunos de los elementos a destacar. Del mismo modo el diseño y el funcionamiento frente a cámaras de las naves espaciales. Inevitable, por cierto, pensar en los diseños de los Thunderbirds (1964 – 1966) que llegarían media década más tarde a las televisiones de todo el mundo. Las batallas, si bien sencillas, cumplen con la tensión del momento. Ah… sí… en el espacio de Guerra de satélites sí hay sonido, como en el espacio de Star Wars: Episodio IV - Una Nueva Esperanza - 93% (1977).
Los personajes centrales de la película son los héroes quienes lidian con la amenaza exterior. Los japoneses, con sus aliados, concentran la atención de una cinta en donde la amenaza es prácticamente invisible, a no ser por su presencia en naves. Acá no vemos diseños extravagantes de los extraterrestres, ya que cuando los vemos lo hacemos más bien en su versión uniformados. Las batallas son pocas y en cambio muchos los momentos en los que vemos a quienes padecen las bajas y hasta los propios efectos de los viajes espaciales.
Guerra de satélites resulta entonces un interesante testigo de su época, pero también una película entretenida. Quizá algunos elementos muy concretos como por ejemplo una historia de amor y otra de amistad un poco insertadas a la fuerza, resultan un tanto dispares al momento de revisitar la película; sin embargo, como una obra completa, Guerra de satélites cumple con la misión de entretenernos. A nivel producción es divertido ver la forma en la que se resuelven secuencias complicadas, como lo es una en la que la nave extraterrestre nodriza succiona varios de los edificios del Tokio de aquellos años.
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Ah, antes de despedirme, y como curiosidad para los fans del ya mencionado Godzilla –levanto la mano también–, el tema del rey de los monstruos se escucha en la película. No, Godzilla no aparece; recuerden que el tema que se terminaría adjudicando al célebre kaiju, fue en un principio asociado a la fuerza aérea de Japón que le enfrentó. En Guerra de satélites se le da el mismo uso, ahora relacionado con los héroes nipones que libraron a ese mundo ficticio de la amenaza proveniente del espacio exterior.
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