Otro año y llega, no el primero, sino el segundo remake en live action de un clásico de Disney para presentar de nuevo una historia que, en su momento, cautivó a toda una generación de niños. Pero, ¿puede la nueva versión de Aladdín - 94% competir contra la cinta animada en algún nivel? Podría pensarse que es difícil compararlas, pero sigue haciendo falta algo para recapturar la magia si es que eso es del todo posible.
No te pierdas: Aladdin: fans enloquecen con la nueva versión de A Whole New World de Zayn
Dirigida por Guy Ritchie, Aladdin - 70% cuenta la historia de un joven ladrón (Mena Massoud) del reino de Agrabah, en donde sus habilidades para el robo lo ponen en la mira del ambicioso Jafar, el consejero más cercano del sultán. Luego de ser reclutado para una peligrosa misión, el personaje titular se vuelve el amo de un Genio (Will Smith) que le concede tres deseos y los cuales utiliza para impresionar a la princesa Jasmine (Naomi Scott).
Pese a un enorme presupuesto y los malos augurios que esos tempranos adelantos dejaron, el filme termina siendo un terrible desperdicio. No necesariamente por ser imposible de disfrutar, sino por la falta de un claro propósito por parte de los guionistas y el director otro que reproducir, y beneficiarse de, el encanto de la original sin hacer un esfuerzo mínimo por comprender qué elementos de la historia lo convirtieron en una sensación desde el inicio.
El mayor problema con el filme es que no hay motivo para él. Sí, hay unos cambios entre esta y la animada, pero ninguno que eleve la emoción o le añada otro significado a la película, ni que la actualice en ningún sentido. Incluso detrás de todos los vestuarios, los números musicales y los efectos, al final no hay pretexto para ir al cine a comprar un boleto cuando hay muchas diferentes formas de ver la original desde casa. Sin ningún cambio sustancial, el remake se siente más bien como un costoso calcado que igualmente termina sin verse igual a su original.
Si uno puede ignorar la falta de sorpresas o ingenio de la trama, la dirección apenas sostiene el filme. Los momentos más fantásticos con el genio pasan tan rápido que es difícil envolverse por su magia cuando la velocidad de sus actos no permite a la mirada verse asombrado por ella. La brusca forma en la que se hace la transición hacia los números musicales es desconcertante y rompe con tono de la cinta en lugar de inmiscuir al espectador en la música, lo que le hace perder fuerza a las interpretaciones y coreografías que de hecho son otro punto a favor del filme. El número solista de Jasmine particularmente se siente como un video musical a la mitad de una película debido la torpe edición que recibió.
Te recomendamos: Aladdin ya tiene calificación de la crítica
Pese a las inconformidades iniciales de los fans, Scott, Massoud y Smith traen a la vida a los protagonistas de una forma convincente e incluso cautivadora. Es especialmente notorio lo mucho que la interpretación del genio, bastante diferente a la de Robie Williams, hace por hacer sentir fresco al filme en medio de lo predecible que resulta la trama. Es el actor detrás de Jafar, Marwan Kenzari, quien arrastra por completo la cinta con la pobreza de sus expresiones faciales para transmitir rabia o resultar amenazante. En momentos parece incluso el rey mago de una pastorela vecinal que gastó de más en su vestuario.
Seguramente será fácil que los fans de la original conecten más con el filme y aprecien la falta de cambios con vehemente nostalgia, pero lo que Aladdin termina probando es que no hay una preocupación por encontrar diferentes aristas a los clásicos que, por sus temas, personajes o incluso moralejas (todos estos elementos que podrían verse actualizados sin perder su esencia), se convirtieron en emblemas de nuestra infancia. No es que la película no sea entretenida, ni divertida, sino que es frustrante encontrar tan poca pasión detrás lo que se vende como una novedad cuando una visión más creativa podría contar algo más original sin dejar de ser todo lo anterior. Pero ese parece no ser el caso.
Quizá junto a La Bella Y La Bestia - 95% y El Libro de la Selva - 85%, Aladdin - 70% termine siendo uno de los remakes de los clásicos de Disney mejor recibidos, pero eso no quiere decir que tenga un valor que no sea el monetario proveniente de explotar la nostalgia de los fans. Juntando todo el encanto que el filme reúne, la cinta se queda un deseo hecho realidad a medias, con una producción que no hace más que distraer de lo inútil que resulta contar la misma historia pero en un lienzo diferente.
Continúa leyendo: Las 10 mejores películas de Walt Disney según la crítica
Comentarios
Tomatazos
Facebook
Mejores
Nuevos