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Mamá y Papá: Saturno devora a sus hijos

La comedia negra de horror protagonizada por Nicolas Cage es una delirante mirada a las diferencias entre padres e hijos

Mark Neveldine y Brian Taylor son dos directores que, sin hacer demasiado ruido, han logrado hacerse de una legión de fans gracias a sus cintas cargadas de acción, humor negro y una cámara en extremo inquieta. Con las cintas de Crank: High Voltage - 63% lograron hacerse notar y es que el tono irreverente de las dos películas protagonizadas por Jason Statham es algo que no se ve tan seguido en el género. Luego de dirigir la fallidisima y repelente Ghost Rider: Espíritu de venganza - 17%, protagonizada por Nicolas Cage, Taylor realizó en conjunto con el guionista de cómic Grant Morrison la serie Lucky! y ahora estrena en cines su más reciente largometraje: Mamá y Papá - 77%.

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Nicolas Cage y Selma Blair interpretan a una pareja de casados con dos hijos, una adolescente respondona y un pequeño hijo. Junto a su criada oriental y su casa en los suburbios estamos ante el prototipo de la familia estadounidense de clase media. La vida familiar es para los personajes de Cage y Blair una loza emocional más que un autentico logro, a pesar de los intentos de la segunda por poner buena cara a todo. Por su parte, el padre y hombre de la casa atraviesa una severa crisis de la mediana edad. La cruda realidad, explica Cage en una escena clave de la cinta, es que la identidad de estos dos adultos fue borrada por completo para convertirse en "papá y mamá". Sus sueños e ilusiones de juventud son ya cenizas ante la pira funeraria que compone sus rutinarias vidas de ciudadanos clasemedieros. Incluso una amiga del personaje de Blair se une al coro de adultos que viven en constante conflicto con sus hijos. Suena a la vieja historia del choque generacional, pero pareciera que en estos tiempos esta hostilidad adquiere nuevas dimensiones.

A la par de todo esto brota una inexplicable histeria colectiva: padres de familia de toda la ciudad han perdido la razón y se han lanzado en un ataque de furia descontrolada contra sus propios hijos. Cage y Blair no serán la excepción, ahora los hijos tendrán que hacer hasta lo imposible por mantenerse a salvo y aceptar un hecho: quienes juraron protegerlos y cuidarlos ahora son la mayor amenaza que pudieron toparse en sus vidas.

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Si bien las premisas no son totalmente idénticas me vino a la mente ¿Quien puede matar a un niño? Un clásico de culto del cine de horror en el que una isla ha sido tomada por niños con instintos asesinos, quienes acabaron con todos los adultos de la localidad. Por supuesto otras cintas como The Crazies de George A. Romero también se asoman, pero Taylor desea aquí dar su propio toque al relato de horror donde las masas se convierte en turbas destructivas. Las relaciones entre padres e hijos son el meollo del asunto y la cinta plantea la idea de que el amor de un padre puede ser el equivalente a abrazar una rosa, con las espinas de la juventud de los vástagos clavadas profundamente en la carne de los primeros. ¿Realmente cada generación de padres e hijos esta condenada a los mismos pleitos? ¿Será esto mera naturaleza humana de la cual no podemos escapar? Son preguntas interesantes que la cinta nunca puede abordar en su totalidad. Las secuencias de acción y el humor ácido se hacen presentes, ver a cada padre transformarse en una asesino psicópata es una rutina que pierde su encanto rápidamente. Lamentablemente el director y guionista no logra avanzar de la anécdota y una idea con mucho potencial no logra ser desarrollada al máximo.

Habrá que señalar por supuesto que el señor Cage se encuentra en otra de sus delirantes actuaciones. Entre gritos, chillidos y gestos de maniático el sobrino de Francis Ford Coppola hace lo que mejor sabe hacer. Blair tampoco se queda atrás y sus conflictos internos le dan algo de relleno a la historia. Por el contrario, los personajes de los hijos no gozan del mismo nivel de textura o desarrollo. Bien se podría decir que ellos no son el enfoque de la trama, sin embargo no es excusa para que sus roles queden tan en extremo parcos. Un amigo de la hija de Cage y Blair se convierte en una suerte de gag constante ante las improbables maneras en las que su cuerpo es azotado y lastimado, solo para levantarse de nuevo una y otra vez. Taylor es sin duda creativo con sus ángulos de cámara, esta última se siente como un instrumento más de ataque de los desquiciados padres. Sin embargo, la cinta claramente no sabe que hacer con la trama ni hacia dónde ir y esto se nota en particular con su acto final. La dinámica entre la pareja de esposos es explorada muy por encima, aparentemente el matrimonio se encuentra ya en malas condiciones pero no queda claro hasta que grado. Cuando los dos adultos se encuentran en un éxtasis ante la idea de asesinar a sus hijos estas escenas parecen sugerir que esto ha creado un nuevo vinculo afectivo. Es una idea deliciosamente transgresora, pero dicha idea no pasa de ser una mera observación superficial.

Sin duda una película que tenía potencial para ser una pequeña joya de culto, aunque sin duda algunos serán más receptivos a su idiosincrasia e incluso a su final tan cínico. No es que Taylor estuviera obligado a hacer una reflexión sobre la familia al nivel de un Hirokazu Koreeda, pero sin duda se pudo exigir más en lo que se refiere a guión. La lucha generacional que ocurre entre padres e hijos seguramente nunca terminará. Ojala lleguen más y mejores películas a explorar este espeso tema que atañe a todas las culturas de este planeta.

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