Wall Street es hervidero de dinero, de accionistas y especulaciones de millones de dólares. ¿Qué es especular? Básicamente, un juego de apuesta controlado no por el azar de una ruleta, sino por la ansiedad y mente de otros individuos encerrados en enormes salas de juntas. Este imperio de números es un tema que atrae poderosamente la atención del público y el cine no podía dejar de abordarlo. Grandes fraudes y escándalos han surgido de este lugar que durante la Gran depresión vio a varios hombres arrojarse al vacío en medio de una cruenta crisis financiera. El dinero de millones de personas transita por los congestionados tubos de datos e información de este lugar y eso es un hecho que inquieta a cualquiera. ¿Cómo es posible que grandes cantidades de dinero sean manejadas y muchas veces desperdiciadas por un pequeño grupo de individuos?
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El discurso fácil y superficial anticapitalista, ese que fascina a miles de jóvenes con playera del Che y iPhone en la mano, es algo que fácilmente se vuelve tedioso. Hacer una verdadera exploración de los mecanismos que permiten que el dinero fluctúe de la forma en que se hace requiere más uso de materia gris. Oliver Stone buscó reflexionar sobre los menesteres de este mundo con El Poder y la Avaricia - 78% en 1987, poco antes de que un masivo escándalo sacudiera los cimientos de Wall Street.
Michael Douglas es Gordon Gekko, un reptil con forma humana, quien enaltece la avaricia como una virtud, no un defecto, y lo explica con detalle en uno de los diálogos más infames de la cinta. Charlie Sheen es su joven aprendiz en las aguas de estos rascacielos que a la vez fungen como estanques de pirañas. Muchos años después Stone intentó volver a hablar de los escándalos de Wall Street con una secuela tardía y desafortunada. La original se mantiene como una mirada al pasado y un recordatorio de que el dinero puede volver a los hombres sus esclavos y hacerles creer que son los amos. La crítica fue bastante dividida en su estreno, pues algunos la apreciaron, pero otros la vieron como una cinta vacía y sin mucho que decir.
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Dustin Putman TheFilmFile.com:
Una película que está destinada a ser relativamente de vanguardia y ahora es tan ridículamente anticuada, que casi se siente como ciencia-ficción.
Josh Larsen LarsenOnFilm:
Violenta y poco sofisticada, igual que muchas de las películas de Oliver Stone.
Kevin Carr 7M Pictures:
Un drama convincente que está muy bien actuado.
Jonathan Rosenbaum, Chicago Reader:
La sensibilidad de esta película es tan adolescente, que es difícil tomarla tan en serio como los realizadores nos lo proponen.
Geoff Andrew, Time Out:
Dramáticamente inepta, además de ahogarse en su propia moralidad.
Vincent Canby, The New York Times:
La película no nos quiere hacer pensar, sólo confirmar ideas que ya tengamos sobre Wall Street.
Stone logra que los mecanismos de la cinta sean sofisticados y, a la vez, comprensibles.
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